¿Qué buscamos cuando decidimos empezar yoga? Muchos alumnos se  acercan a las clases con argumentos como “me lo indicó el médico”; “me  lo recomendó un amigo”; “no tengo idea de qué es pero dicen que el yoga  te cambia la vida”; “estaba entre yoga y Pilates y todavía no me decido”  “una vez tomé una clase en las vacaciones y sentí que me hizo bien”…  También existen los alumnos con más experiencia que, sin muchas  explicaciones o teorías, tienen la convicción del efecto positivo que  les genera.
Cuando alguien me pregunta qué es una práctica de  yoga… En primer lugar, definir con palabras una práctica de yoga es muy  difícil porque la práctica sólo tiene sentido con la experiencia. En  segundo lugar, porque -en sí-, yoga es un estado mental al que se puede  acceder (o no) sólo como consecuencia de la experiencia.  Con esto digo: yoga no es asana, no es vestirse con ciertos colores o  ropas, no es pranayama, no son los yamas o niyamas, no es viajar a la  India, no son los mantras, no es ayunar; no es aislarse de la sociedad,  no son las vinyasas, no es haber leído teoría o textos que hablen del  tema; no es dibujar el “OM” en sánscrito o ponerse un nombre de alguna  deidad; no es tal o cual nombre de ninguna escuela o maestro. Claro que  tranquilamente puedo experimentar yoga y  hacer todo lo que está ahí  mencionado. Pero claramente YOGA es un ESTADO de FOCO bastante profundo  (con variedad de matices y consecuencias) que se consigue sólo  PRACTICANDO.
Los sutras dicen que, entre otras cualidades que debe  tener nuestra práctica, sólo obtendremos resultados cuando lo hacemos  REGULARMENTE, sin interrupciones. Practicar regularmente puede ser el  desafío más grande que tenga una persona en nuestra sociedad actual. Si  los “tiempos” del ser humano en el mundo antiguo estaban regulados por  los ciclos naturales (día-noche; estaciones del año, etc.), la base de  nuestra sociedad económica y cultural se estructura sobre una grilla de  tiempos compartimentados de manera precisa e infinitesimal. En ese  universo parecería que nada; casi absolutamente nada, queda librado al  azar. Las actividades en el trabajo, en la escuela, en el hogar, los  fines de semana, los feriados; todo se va completando de “algo para  hacer”; todo impostergable, TODO necesario. El “tiempo libre” no es más  que otro elemento imprescindible para que la rueda económica gire y casi  nunca conectemos con nuestro interior más genuino (vale la aclaración:  estar solo mucho tiempo agotándonos con devaneos mentales no cuenta).
Sin  embargo, la evolución de la civilización, la técnica y la ciencia  también dio lugar a muchísimos beneficios que de por sí van de la mano  con una mejor calidad de vida que propone el Yoga. Pero entonces,  ¿nuestra práctica de yoga también queda atrapada bajo esa lógica del  consumo? Si es así, poca vida tendrá ese “nuevo emprendimiento”. Si, por  el contrario, asumo que )practicar regularmente (ya sea todos los días  15 minutos  implica hacerle lugar a un nuevo hábito positivo en mi vida,  posiblemente comience a entender más cabalmente qué es yoga. Un nuevo  hábito no es una actividad social o cultural más. Bañarnos o lavarnos  los dientes son hábitos que aprendemos y que no se “cancelan” por ir al  cine, salir con amigos o porque tengo fiaca…Puedo ser un alumno con  experiencia o puede ser que sea mi primera práctica pero desde el  momento en que habilito un nuevo espacio mental para dedicarme a mi  práctica con regularidad, algo habrá comenzado a cambiar.
El punto  de inflexión entre la conexión con la práctica de la que hablan los  sutras y la realidad de mis actividades cotidianas reside en proponerme  algo posible de sostener. Esa elección inteligente es la que seguramente  me ayudará a despertar y fortalecer la convicción y la voluntad (que  TODOS tenemos) para ir incrementando la frecuencia de prácticas. No  importa cuándo. Quiero decir, si puedo hacerme el espacio semanal para  practicar y lo sostengo, tarde o temprano, la misma práctica me irá  “habilitando” más frecuencia. Eso sí: si no tengo apremio para ajustar  mi práctica a lo que sería una lógica tradicional de práctica (todos los  días), mis expectativas deberían ir acordes.  Seguramente me sorprenda  con los efectos positivos pero “sorpresa” no es lo mismo que “demanda”.
Y  es que las prácticas de yoga, aparte de encerrar la posibilidad de  ajustarse a todas las personas, todas las etapas y todas las eras del  ser humano, conviven armoniosamente entre la lógica secuencial del  aprendizaje por etapas y el misterio de los “frutos” cuando menos los  espero…
Gabriela Binello
Yoga Tradición Krishnamacharya

 
 
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