jueves, 25 de febrero de 2010

Yoga: el regreso a nuestra verdadera esencia

“Habito en mis sentidos pero ellos no son mi hogar;
siempre serenamente equilibrado, no soy libre ni esclavo.
Consciencia y Gozo soy yo; y en la Ventura es donde me hallo.”
(Canción del alma- Sankaracharya)

¿De qué manera podría manifestar alegría?

Ante esta pregunta surgen varias respuestas:
A través de la palabra
A través de un gesto con la boca, con el rostro
Gesticulando con los brazos
Dando saltos

Hagamos un ejercicio de imaginación, ¿que pasaría si no tuviera cuerdas vocales para expresarme a través de la palabra, o no tuviera boca, ni rostro, ni brazos, ni piernas que me permitieran expresar esa alegría? Si no tuviéramos los órganos de los sentidos tampoco podríamos leer lo que alguien escribió, o escuchar una petición de ayuda, o una buena melodía, ni ver un amanecer, ni la sonrisa de un niño. Sin un cuerpo ¿cómo podríamos comunicarnos?

Cuando llegamos a este mundo lo hacemos dotados de un vehículo que nos permite movernos por él y sentirlo. Este vehículo es nuestro cuerpo, un regalo de la vida. Podemos decir, entonces, que el cuerpo es el vehículo de la conciencia, el que nos permite explorar y vivenciar; nos permite tener la experiencia de nuestra vida, tanto a nivel corporal como espiritual.

Trabajar con el propio cuerpo desde el principio de inmovilidad, permanencia y relajación en el âsana, implica meterse dentro de uno mismo y contrarrestar las fantasías de que “algo desde fuera puede llenarnos”.

La filosofía del yoga nos habla de las envolturas (Koshas) de las que se rodea el Ser, precisamente para poder manifestarse en este mundo y lugar; y puesto que una de las funciones de la mente es la imaginación, sigamos con ella para entender mejor de lo que estamos hablando Imagina un montón de elementos: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono, calcio, fósforo, hierro, titanio, cobalto, níquel, huesos, músculos, nervios, sangre, etc. ¿De dónde provienen estos elementos? De los alimentos sólidos, líquidos y gaseosos (aire). Este amasijo de elementos no tiene movimiento, es el cuerpo molecular/denso: es annamaya kosha (hecho de comida). Imagina ahora una corriente eléctrica que se pone en contacto con este cuerpo denso: es el cuerpo energético, pranamaya kohsa, miles de conductos eléctricos. Annamaya kohsa y pranamaya kosha no tienen movimiento, siguen estando inertes.

Aparece ahora otro cuerpo sin forma, cuerpo sutil: el pensamiento, “yo pienso luego
existo”, está hablando mi cuerpo mental, manomaya kohsa. Ahora aparece otro cuerpo, el cuerpo psíquico, mi sentir, emociones: es el que ordena las acciones de los otros cuerpos o envolturas. Es vijnamaya kosha, hecho de conciencia: no solo sé que tengo un cuerpo sino que siento que tengo un cuerpo.

Todos estos cuerpos (envolturas) están sujetos a cambios. Mis células cambian, mi energía cambia, mis pensamientos cambian, cambian mis emociones y mi sentir. La esencia que no cambia, “lo” que puede ver todos estos cambios, eso soy yo: anandamaya kosha, estado de beatitud, felicidad, estado de gracia.

La práctica del yoga es eso, descubrimiento, de manera que cuando estamos preparados podemos volver a casa, a anandamaya kosha, nuestra verdadera esencia.

Hay algo que modifica nuestro sentir y percepción del cuerpo, la conciencia y el movimiento, y para ello no hace falta hacer cosas “extraordinarias” “sino hacer extraordinario lo que hacemos”. Al hablar de espiritualidad corporal nos referimos a darnos cuenta de lo que representa nuestro cuerpo, a invertir el proceso de manifestación, es decir, empezar con la percepción externa, de lo manifestado a lo inmanifestado, de lo burdo a lo sutil, de lo sutil a la causa del cuerpo, a su esencia.


Marisol Melian
"La espiritualidad corporal"

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