domingo, 13 de diciembre de 2009

Todo cuanto necesitas está en ti


Cuando aceptemos que hemos nacido para ser libres, mereceremos esta libertad como la vida misma, conquistándola diariamente. No podemos quedarnos en la costa, es en las profundidades del océano donde se encuentran los tesoros más bellos.

Asimismo, para llegar a comprender los secretos de la vida debemos comenzar por comprendernos a nosotros mismos. Cuando empieces a escuchar tu voz interior aprenderás lentamente a responderte: "todo cuanto necesitas está en ti."

Pensemos por un momento que el oficio y la vocación primigenia del ser humano es VIVIR, y que la vida no es un paseo por donde vamos susurrando canciones. La vida es lucha, la vida es fatiga, la vida es trabajo. Hay que levantarse temprano para encontrar la vida, y si tenemos sed y queremos beber, habremos de cavar un pozo.

Tu vida es tu vida, defiéndela; y si aparece en tu camino una pequeña luz, no lo pienses, síguela. Si te conduce por caminos difíciles y tropiezas, te levantarás, pero si no la sigues toda tu vida vivirás preocupado pensando que acaso esa lucecita era tu estrella.

Atrévete, abre las puertas y después tira las llaves al río.

Ven y pon en orden tu vida; si vamos a defender la vida vamos a convertirnos en guerreros, cada uno de nosotros podrá triunfar en su camino interior y nunca considerarse víctima de los acontecimientos, sino entender que está en nuestras manos la felicidad o la infelicidad. Si nos llamamos guerreros, comabatamos por las grandes causas, por la sabiduría suprema.

Sócrates decía: "conócete a ti mismo y conocerás el mundo." La vida es una acumulación de proyectos, recordamos hechos, números, opiniones, estamos llenos de saber. Poseemos conocimientos sobre el mundo y apenas nos conocemos a nosotros mismos.

No hay que permitir que se nos acumulen las cosas. Sé tú y encontrarás la esencia de tu búsqueda. No te hagas un archivo de proyectos. El conocimiento no basta por sí solo, no tiene corazón, no alimenta tu espíritu, no puede proporcionarte la felicidad.

La vida exige algo más que el conocimiento, exige la capacidad de sentir y ser una energía inagotable, exige aprenderte y amarte. El valor de un secreto no reside en lo que sabes, sino en lo que haces.

Para ser un guerrero de verdad debes crear tu vida de una manera espontánea, abriendo tu corazón a la energía de la emoción verdadera; para ser un verdadero guerrero debes hacerte totalmente responsable de tu vida. Todo cuanto somos y todo cuanto necesitamos está en nosotros y nosotros somos huéspedes de un cuerpo, un cuerpo sabio, donde están todos los secretos del universo. El cuerpo tiene la palabra, no sabemos leerlo, aunque es portador de sucesos y testigo de historias.

Qué terrible es observar a tantos cuerpos que aguardan el permiso para vivir. Todos somos viejos guerreros llenos de heridas y cicatrices. Nuestro cuerpo está encadenado, aburrido de tanto repetirse. Necesitamos descubrir con toda claridad que trabajar con el cuerpo es trabajar con la vida, con nuestra vida, con nuestra historia personal.

Nuestro cuerpo es nuestra memoria corporal, necesitamos recuperar las posibilidades de la corporal, se trata de buscar la memoria de nuestro cuerpo; explorar nuestru cuerpo y su ritmo único; dejarlo que fluya; que sea como una flor que se abre a su manera. Rehacer nuestra novela corporal recurriendo al momento de nuestra concepción, del parto, de la vida durante la lactancia. Recorrer nuestra propia vida escrita en huesos, músculos y tendones, células y tejidos, vísceras y sistemas. Explorar qué edad tienen nuestros ojos y enseñarles a ver; nuestros oídos y enseñarles a oir; nuestros pies y enseñarles a caminar; nuestro corazón y enseñarle a amar.

Un cuerpo adiestrado podrá vincularse con la forma de caminar, de sentarse; aprendamos a movernos jugando, recuperemos la seriedad como cuando jugábamos de niños y respiremos donde pensamientos y emociones eran un movimiento continuo.

Con los ojos abiertos, maravillados frente a la vida y frente a nosotros mismos, como guerreros infatigables, reaprenderemos a jugar con nuestros pies, al caminar sentiremos cómo se hunden, cómo se enraizan a la tierra. Ligar nuestros pies con nuestros pensamientos, recuperar otros vínculos con otras tensiones corporales, aflojar los nudos, conocer nuestras articulaciones, la textura de nuestra piel, nuestra historia y nuestro sueño; vivir el aquí y el ahora.

No se trata de imaginar sino de sentir, de conocernos. Atrapar cada momento antes de que se convierta en historia.

Alejandra Mora
extracto de Tai-Chi. Meditación en movimiento

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