lunes, 17 de agosto de 2009

El estado de meditación

El Hatha Yoga y el Raja Yoga van seguidos uno del otro como la noche sigue al día, ya que uno es preparación y consecuencia del otro.

Al finalizar la relajación tras una sesión de asanas la mente está aquietada, receptiva, dispuesta a traspasar las diferentes capas de la personalidad y contactar con nuestra esencia a través de la quietud y la serenidad de la meditación.

Demasiado a menudo el ser humano vive en un gran caos físico, emocional y mental. La dinámica caótica de su pensamiento disipa la energía mental y vuelve poco eficaces las acciones que realiza en su vida cotidiana haciéndole vivir con una profunda desconexión con su esencia más auténtica. El practicante obtiene el éxito cuando es capaz de unificar los dispersos rayos de su energía y puede dirigirlos a voluntad sobre el objeto deseado.

Todos los esfuerzos que realiza el yogui van encaminados a la obtención del estado meditativo. No es fácil definir la meditación pues, ante todo, se trata de experimentar un estado de unidad. La meditación consiste en unir al observador con lo observado en el proceso de la observación.

Meditación es el estado de ser que se encuentra más allá de la mente. La meditación es contemplación pura y directa de toda manifestación que surge en el campo de la consciencia. Es la observación inafectada de los diferentes acontecimientos para verlos tal y como son y no como nos gustaría que fuesen.

Tal observación ecuánime sucede sin los obstáculos mentales que suelen opacar la percepción. Mirar y no sólo ver, escuchar y no solo oir es lo que otorga la reconexión consciente con nuestra alma.

Sentir el mundo con el Corazón y no con la mente. Trascender el estado de inconsciencia mecánica e instalarse en el ser luminoso que se encuentra más allá de la dualidad. Traspasar los limitados parámetros de nuestra consciencia de vigilia en la que habitualmente se vive... y muere.

El estado de meditación siempre ha estado ahí, pero el velo de nuestras imaginaciones e identificaciones nos ha impedido percibirla. La meditación no se puede provocar. Simplemente sucede si se facilitan las condiciones adecuadas.

La meditación, en definitiva, es el estado de ser que se corresponde con nuestra auténtica naturaleza. La meditación es tu auténtico ser real. Meditación eres tú.

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