domingo, 4 de octubre de 2009

El camino del Yoga



¿Cuál es el camino para hallar a Dios? Debes seguir los principios morales que son comunes a todas las verdaderas religiones. Primero de todo están los mandamientos: no robes, no mientas, no mates, no cometas adulterio; no cometas ningún acto malvado. Todo tiene un propósito, y tú debes entender la razón detrás de las reglas morales. Por ejemplo, si eres un esclavo del sexo y olvidas su propósito divino –crear hijos- perderás energía y destruirás tu salud física y mental.

En segundo lugar, sigue también las reglas positivas: sé amable, sincero; ama a tus amigos; practica la introspección y el autocontrol.

Pero por sí mismos, los dos anteriores pasos no son suficientes para conocer a Dios. Después de adoptar los modos correctos de vivir, debes aprender a calmar cuerpo y alma, y esto precisa una postura correcta. Siéntate derecho, con la espina dorsal recta. Esto es particularmente esencial en la meditación. Controlar la inquietud del cuerpo proporciona un gran poder mental. El cuarto paso es desconectar la fuerza vital del cuerpo para poder fijar la atención en la contemplación interior de Dios. No puedes unirte a Dios a través de demostraciones musculares y emocionales. Cuando la fuerza vital se aparta de los sentidos y los músculos, las sensaciones no pueden alcanzar el cerebro para impedir la concentración interior. ¿Por qué sientes paz en la quietud física absoluta? ¿De dónde procede la experiencia del sueño por la noche? Nada puede proceder de la nada. La respuesta es que Dios está detrás del estado del sueño. La paz que sientes al dormir procede de Dios. Es por eso que los maestros nos dicen que debemos practicar el pranayama, que son los métodos para controlar la fuerza vital.


Pranayama ofrece resultados más rápidamente que el mero hecho de rezar u otros métodos de apartar la mente de las distracciones externas. La meditación, la cual es posible sólo después de alcanzar la interiorización, significa experimentar conscientemente el estado de paz divina y alegría que sientes subconscientemente durante el sueño. Los maestros nos dicen que desconectando los cinco sentidos a través del pranayama, puedes producir esa consciencia a voluntad. Como cada estado mental tiene un correspondiente estado físico y viceversa, la práctica del pranayama se beneficia de una dieta equilibrada, un pensamiento sano, una buena conducta y ejercicios adecuados para oxigenar el sistema.

Si has utilizado bien el pranayama, tu conciencia se interioriza. Esta interiorización es el quinto paso. Verás que tu mente está totalmente concentrada en tu interior, lista para disfrutar la paz divina y la presencia de Dios en profunda concentración y meditación, el sexto y el séptimo paso. Cuando eres capaz de cerrarte a las sensaciones que te distraen, estarás en el altar de Dios.


Intenta hacerlo. No importa qué camino siga el devoto, al final tendrá que llegar a Dios a través de estos pasos.


Yo puedo mantener mi mente totalmente concentrada en cualquier cosa que elija. Cuando puedas apartar pensamientos de tu mente a voluntad y fijar tu atención en Dios, habrá empezado la comunión divina. Si no eres capaz de hacer eso, no has alcanzado a Dios.


Aquellos que aman a Dios están siempre pensando en El. Si Le amas profundamente, no tienes que alejarte del mundo. Puedes cumplir cualquier obligación y seguir pensando en El.


Del mismo modo que el pianista siempre piensa en la música, el amante de Dios siempre piensa en El. Una alegría divina alimenta el cerebro, el corazón, el alma. Esa alegría es Dios; El es siempre nueva alegría.


Recuerdo cuando mi maestro me dijo: ‘Si te dieran todo el mundo, te cansarías de él. Ningún poder o milagro puede compararse a la alegría que es Dios. Esa felicidad eterna es la que todo el mundo anda buscando. Dios es esa alegría. Si tienes esa alegría, nunca te cansarás de ella.’ Desde aquel día, esa alegría nunca me ha abandonado. Aunque mis condiciones externas me hagan feliz o infeliz, aunque esté riendo o llorando, el silencioso río de Dios fluye por mi interior, bajo mis pensamientos y las experiencias de mi vida. No hablo sobre ello; lo siento. El universo entero no me atrae, porque cuando observo ese gran río de alegría que hay en mi interior, estoy satisfecho.


En la India, estas verdades han sido comprobadas. No se habla mucho de Dios, en vez de eso se prueba su existencia a través de los grandes maestros. Tú debes hacer lo mismo.


Yo puedo decir, ‘Dios, Dios, Dios,’ y entrar en éxtasis. Puedo entrar en ese estado a través de la meditación, o viendo un bello paisaje, o mirando a alguien que brilla con la presencia de Dios. Cuando dominas los pasos que te conducen al nirbikalpa samadhi, puedes volver a él a través de cualquier método. Comprueba estas verdades en tus meditaciones. Pero no os engañéis. Mucha gente se deja atrapar por su ego y creen que ya han alcanzado ese estado. Pero a esas personas les digo, ‘Si os rompéis la mano, ¿Podéis curarla en el acto como hizo Cristo con su cuerpo crucificado?’ Si no podéis hacerlo es que no habéis alcanzado el estado de conciencia crística con Dios. Aún debéis trabajar para conseguirlo.


Dios se revela a Sus devotos como una gran luz; o como el sonido cósmico de Om o amén; o como alegría, sabiduría, amor. Su luz se extiende como unas alas, por encima de la eternidad – esa luz en la que a veces veo la tierra como un sueño. Este mundo es un sueño.


Dios es el inteligente, creativo, vibratorio sonido de Om o amén que oyen los devotos. A veces habla conmigo a través de esa vibración. En ella puedo sentir Su inteligencia creativa y su poder.


Dios es amor. Cuando sientes amor incondicional por todos, entonces eso es Dios. En los devotos sientes el amor de Dios más manifiesto, pero aún y así amas a todos porque, aunque escondido, Dios vive en todos.

El octavo paso es el samadhi, la unión con Dios como la Luz, o la alegría, o el Amor, o la Sabiduría – y no solo la unidad con Dios, sino la expansión de esa unidad a la eternidad. Si has obtenido esa unión con Dios, me arrodillo ante ti. Me siento a los pies de cualquiera que ha visto a Dios en toda su magnitud, del mismo modo que lo hacen todas las almas que han sentido a Dios.

Sé leal hacia lo que has recibido y trabaja en ello honestamente. De otra forma nunca conseguirás las maravillosas bendiciones de su camino. Uno no puede viajar en cinco coches distintos, cada uno en una dirección distinta y esperar llegar a alguna parte. Toma un método que sepas que es cierto y síguelo. Debes darte cuenta de que Dios existe por ti mismo. El es el único amigo cuyo amor es incondicional e infinito. Antes de que nacieses, cuando no había nadie contigo, El estaba contigo. Cuando tus amigos de la tierra te estén enterrando, El estará contigo.


Cada noche, cuando te sientas a meditar, reza a Dios sin cesar. Llama a Dios de la misma forma que llamarías a tu padre o a tu madre: ‘¿Dónde estás? Tú me creaste; Me diste inteligencia para buscarte. Estás en las flores, en la luna, en las estrellas; ¿por qué te escondes? Ven a mí. ¡Ven! ¡Ven!’ Con toda la concentración de tu mente, con todo el amor de tu corazón, rompe los muros del silencio, una y otra vez. Del mismo modo que al agitar la leche obtenemos mantequilla, tú debes agitar el éter con tu devoción y hallarás a Dios.

Paramahansa Yogananda
extracto de "El Amante Cósmico"