lunes, 22 de junio de 2009

El trabajo interior


No cabe duda de que ante los múltiples interrogantes del mundo, de la existencia y de su propio destino, el hombre con inquietudes se siente angustiado. El hombre ve proyectado su rostro ante el espejo y se sabe un extraño, tan apartado de si mismo como del planeta más lejano. Se observa, se analiza, querría intuirse pero no le resulta posible. Entre Él y el mismo se interpone una brecha profunda. Para esa minoría de hombres -"buscadores" - el deseo de comprensión de uno mismo es susceptible de adquirir tales proporciones que puede convertirse en obsesivo. En cualquier momento y en cualquier circunstancia se desencadenan las cuestiones aparentemente insolubles: ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo?... Y es que sus mentes no están lo suficientemente aletargadas. Se plantean inevitablemente la BUSQUEDA en su más amplio y elevado sentido. La búsqueda implacable de la realidad trascendental, del UNO SIN DOS, del SI MISMO.

Desde el comienzo de la Humanidad unos hombres comenzaron a indagar en el laberinto de su propia personalidad. Considerando el AUTOCONOCIMIENTO importante, trataron de llevarlo a cabo. Pensemos que únicamente mediante él puede convertirse el ser humano en algo más que una máquina. La Verdad está en uno mismo y uno mismo, mediante su propio esfuerzo, debe rescatarlo. Es mucho lo que el individuo puede obtener para si mismo y para los demás mediante el trabajo interior.

Pero aquello que el hombre cree ser, aquello que define su personalidad, representa un grave obstáculo para que pueda tomar conciencia de su verdadera esencia, del Sí-mismo. El ser humano se afana por el dominio de lo externo, pero se olvida del dominio interior, pretende conquistar sin conquistarse a si mismo, se proyecta vivamente hacia la técnica y menosprecia la sabiduría del Yo. Con mayor o menor frecuencia, como para desentumecer su conciencia, se pierde en hermosos conceptos de lo que debería ser o de lo que debería hacerse. Pero eso es todo El hombre continúa devorando al hombre y el fuerte subyugando al débil. Las palabras se presentan vacías, las religiones se tornan un subterfugio y los sistemas filosóficos una lucubración.

Entre tanto desconcierto, unos hombres se interesan por alcanzar un océano de paz, unos hombres sienten la necesidad imperiosa de "realizarse" y luchan por conseguirlo. Mediante el trabajo interior, el practicante aprenderá a valorar su Yo y a no dejarse desorientar por todo aquello que forma su no-Yo.

Mediante el trabajo interior (mental, psicológica y espiritualmente entendido) debe ser trascendido todo resentimiento, toda intransigencia, toda envidia y ambición. Surgirá así un nuevo conocimiento de la vida y por supuesto, no porque la vida cambie, sino porque cambia el practicante. El trabajo interior confiere independencia mental (la persona se abre a todo pero no se adhiere a nada, y por ello no corre el riesgo de caer en el fanatismo), también confiere profundidad en el pensar.

Para aquellos que en momentos dados logran ser conscientes de su pobreza mental y de la estrechez de su conciencia; para aquellos que experimentan el vacío surgido de su carencia de libertad interior; para aquellos que desearían amar más allá de toda barrera y que no comprenden tanta injusticia y tanta intransigencia; para aquellos el TRABAJO INTERIOR puede representar un OASIS en medio del desierto en que puede convertise la vida, para todos ellos, el trabajo interior tiene un valor incalculable.

Ramiro Calle
extracto "El yoga y sus secretos"