Ser o no ser
La mayoría de la gente está acostumbrada a tener talleres de fin de semana, seminarios y quieren respuestas muy precisas en el sentido de qué hacer para cambiar su vida. Para hacer esto, tienen que prácticamente «morir» en el sentido que los brujos conocen como abandonar el ego, lo que es una muerte en sí misma. Con el fin de lograr eso, no es que realmente muera, es un esfuerzo de toda la vida. No es un programa, es una manera de vida; toda la vida está involucrada en esto, cuerpo, mente y espíritu. Es un camino claramente delineado en sentido de cortarse totalmente del mundo sin retirarse de él.
Existe un lugar llamado la «segunda atención», el lugar de la no autocompasión, de no compasión en el sentido de no permitirse ser compasivos, tener compasión o pena por nuestros semejantes cuando no hemos cambiado nosotros mismos.
Las personas tienen que «recapitular» sus vidas para poder verdaderamente examinarlas con todo detalle, no un análisis psicológico o una investigación de nosotros mismos. Es un examen total de lo que somos en el sentido de cómo aprendimos, desde que teníamos corta edad, a manipular el mundo y a nuestros semejantes, se vuelve muy claro cómo hemos aprendido esos patrones, y lo que queremos hacer es despojarnos de esos patrones. Si no podemos hacerlo, al menos tener una oportunidad momentánea de no reaccionar de la misma manera que siempre lo hacemos.
Una gran parte de nuestra energía está involucrada en la presentación del ser; debido a eso nada de lo que está ahí afuera, puede realmente llegar hasta nosotros. Estamos tan inmersos en cómo nos ven los demás, en cómo nos conducimos ya sea física o emocionalmente, que la idea de la presentación del ser nos quita casi toda nuestra energía, todo nuestro esfuerzo; estamos cerrados a cualquier cosa que pueda entrar y cuando tenemos visiones en sueños o en la vida diaria, las descartamos de inmediato.
Siempre estamos tratando de proteger el ego si es atacado o amenazado; tenemos maneras de reparar el daño que nos causa emocionalmente pero el cuerpo recibe los golpes, sufrimos de estrés, el cual se genera porque el ego no puede manejar el mundo exterior.
Tenemos la suficiente energía cuando nacemos, es una herencia, somos perceptores, somos campos de energía; y la despilfarramos al mantener la idea de ser, de nuestra auto imagen. No importa cómo el mundo te valore porque de cualquier manera sólo valoran un ideal de ti; los golpes los recibe el cuerpo energético y almacenamos los mismos en la parte más débil de nuestro organismo.
No importa que nuestra idea del ser sea positiva o negativa, la fuga de energía es exactamente la misma, lo que sea que mantengamos, tengamos una total pérdida de imagen o una gigantesca idea del ser, en realidad no importa, ya que aún tenemos esta idea, tenemos que defenderla de lo que realmente somos, lo que es la visión de nuestros semejantes aunque no hay nada que la respalde; no sabemos como interactuar el uno con el otro porque cada uno de nosotros siempre está defendiendo algo.
En el mundo de la brujería, tú cambias por el gusto de cambiar, lo que las otras personas hagan no es asunto tuyo; tu cambio de conducta forzará a los otros, quieran o no, a cambiar. Si nosotros cambiamos, el «yo» cambia, y fuerzas al mundo a tu alrededor a cambiar. No estamos dispuestos a cambiarnos a nosotros mismos, tratamos de implementar cambios en los demás sin cambiar nosotros o sólo a nosotros.
El cuerpo energético sabe cuando alguien no ha cambiado, cuando no es suficientemente sincero o no está en lo correcto; tenemos que cambiar nosotros mismos como personas en orden de afectar al mundo a nuestro alrededor, sin esperar que ellos cambien.
Yo vivo dentro de la segunda atención, es el prisma, la manera en que miro al mundo ha sido cambiada por medio de la energía.
Entrevista a la antropóloga Florinda Donner-Grau
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