Durante más de dos décadas de enseñanza he podido presenciar el poder que el yoga tiene para ir transformando patrones intransigentes y negativos de nuestra personalidad.
Uno de los frutos del yoga es el despertar del cuerpo, de la mente y del corazón a nuevas posibilidades. No importa quienes somos, ni cuánto tiempo hemos pasado atrapados en comportamientos derrotistas. A través de una práctica diaria de Yoga, lo que vamos logrando principalmente es traernos al presente, descubrir nuestra verdadera naturaleza, nuestra bondad y la bondad en otros. Al redescubrir quienes somos en realidad en nuestra esencia profunda podemos experimentar una capacidad de conexión con los demás y con el mundo que es profunda y a la vez esencial.
Esta capacidad de conectarnos es el verdadero corazón del yoga. Vivir en un estado de unión no es un concepto esotérico, ni tampoco algo elusivo y de un plano superior a lo que sólo gente especial puede aspirar. Representa abrir el corazón para poder sentir ternura, alegría, tristeza sin que nos cerremos ante la sensación. La práctica nos ayuda a cultivar el arte de observar con más claridad, escuchar con más precisión, y tener la inteligencia de responder adecuadamente al momento.
Contrario a las muchas propuestas de 7 pasos tan frecuentes actualmente, la práctica de yoga no pretende ser rápida, simple o fácil.
Es una práctica que toma en cuenta la complejidad del ser humano, así como el gran reto del vivir cotidiano. Lo que si nos promete, es que a través de una practica sincera, auténtica, observada y consistente, cualquiera puede sentirse más en paz, más feliz y libre. Todo aquel que desee romper los hábitos que lo mantienen limitado, los pensamientos y comportamientos que lo limitan, a través de la práctica.
Somos víctimas de un gran sentido de separación. Lo que necesitamos es crear un espacio cotidianamente para estar con nosotros mismos. Si accedemos a un ritmo relajado, nos permitiremos responder, en lugar de reaccionar, podremos suavizarnos en lugar de endurecernos más.
Por medio de la práctica de asanas podemos desmantelar tensiones que se han ido acumulando en nuestro cuerpo, despertamos nuestros sentidos, cultivamos la capacidad de adaptarnos. Volvemos a familiarizarnos con nuestro ciclo respiratorio y la relación que esta tiene con la sabiduría de nuestro cuerpo. Al aprender a inhalar completamente nos abrimos a nuevas experiencias. Al aprender a exhalar completamente descubrimos como soltar tensiones y miedos del pasado. Aprendemos también a descansar en las pausas.
Como un surfeador, aprendemos a alinearnos con las mareas de la vida, en lugar de pelear con ello. Gradualmente reconocemos que en medio de las altas y bajas prevalece una matriz de quietud innata.
Entrenamos a nuestra mente para trabajar a nuestro favor en lugar de en contra de nosotros.
Extracto de "Bringing Yoga to Life"
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