Con el comienzo de este nuevo año, debemos tomar la resolución espiritual y la determinación de entrar en una nueva era de nuestras vidas.
Meditemos: Pensemos en las cosas bellas que sucedieron el año pasado. Olvidad las experiencias negativas. Sembrad las buenas acciones que hicisteis en el terreno fértil del año nuevo. Que esas semillas vitales crezcan aún mejor. Todas las malas experiencias pasadas ya no existen. Todo lo malo se olvida. Los seres queridos que han muerto, están viviendo para siempre en Dios. Nosotros estamos viviendo una vida eterna. Si nos damos cuenta de esto entonces nunca conoceremos la muerte. Las olas suben y bajan en el océano; cuando desaparecen, siguen formando parte del océano. Del mismo modo, todas las cosas están en el océano de la presencia de Dios. No hay nada que temer. Vincula cada estado de tu mente con Dios. Cuando la ola se separa ella misma del océano, se siente perdida y sola. Piensa constantemente en tu vínculo con la vida eterna, y te sentirás identificado con el Supremo. La vida y la muerte no son más que diferentes fases del ser. Tú eres parte de la vida eterna. Despierta y expande tu conciencia en Dios para que tu concepto de ti mismo deje de limitarse al cuerpo. Medita sobre esto. Sé consciente de ello. Tu conciencia no tiene límite. Mira hacia arriba y hacia los lados: no hay fin. Tu mente es omnipresente, tu conciencia ilimitada.
Haz algo bueno cada día. Entrégate a una buena causa, no importa cuánto; o ayuda a alguien. Dios observa si sientes Su sufrimiento en los demás. Toma la resolución de ser servicial para alguien cada día. A veces puedes ayudar a alguien por el mero hecho de darles un poco de comprensión. Nunca saques a relucir las faltas de los demás cuando pretendas reformar a alguien. Ve a Dios en todo el mundo, del mismo modo que yo le veo. No ridiculices a alguien que se ha equivocado. Dios está durmiendo en ese alma; debes despertarle con cariño. Ponte mentalmente en la situación de los demás, entonces, con la más sincera amabilidad serás capaz de entenderles y ayudarles. No hay mayor alegría que esa.
Lo que ayudará a eliminar el sufrimiento en el mundo –más que el dinero, los hogares o cualquier ayuda material- es la acción de meditar y transmitir a los demás la divina conciencia de Dios que nosotros sentimos. Un millar de dictadores no podrían destruir lo que yo tengo en mi interior. Irradia cada día Su conciencia hacia los demás. Intenta comprender el plan de Dios para la humanidad –devolver las almas a Sí mismo- y trabajar en armonía con Su voluntad. Om, paz, Om.
Paramahansa Yogananda
extracto de sus palabras en Encinitas, California
1 de Enero de 1938
(*) Imagen de Ganesha, pintura de la artista María Tabakman
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