Todos los practicantes de yoga tienen sus asanas favoritas. Depende, claro, de la comodidad con la que se realiza el asana y del esfuerzo necesario para completar la postura. Estos esfuerzos son variables de acuerdo con la constitución, edad, sexo, el hábito y la historia previa.
La perfección de hacer un asana y encontrarse en él tan cómoda y relajadamente como si no se estuviese realizando ningún asana tarda mucho tiempo en adquirirse. Pero es una gran sensación.
Sentir que el cuerpo es capaz de "desdoblarse" para realizar la postura, permanecer sin tensión pese al esfuerzo muscular y respirar a un tiempo con toda calma es una típica sensación que crea hábito. Y se busca su hallazgo y su repetición.
La respiración es otro de los pilares del yoga. Respirar es tan importante que si nos diéramos cuenta de ello enseñaríamos a los niños a respirar y los corregiríamos como les corregimos cuando están aprendiendo a hablar y no consentimos que hablen para siempre en esa media lengua de la infancia. Desgraciadamente, respirar es un acto reflejo y creemos que se realiza por sí solo satisfactoriamente. Nada más falso.
Respirar es mover nuestro segundo motor y podemos hacerlo a voluntad, mientras que nuestro primer motor, el corazón, escapa verdaderamente a nuestro control. Sin embargo es sabido que los grandes yoguis llegan incluso a modificar su ritmo cardíaco a voluntad haciéndolo más rápido o más lento, según conveniencia y esa maravillosa capacidad de controlar el organismo comienza por un control extremo y continuo de la respiración.
El yoga ofrece una gama amplia de respiraciones base, que constituyen una verdadera gimnasia pulmonar. Respirando bien consumimos más y mejor el oxígeno que nos llega. Este oxígeno llega a la sangre y al cerebro en mayor cantidad. Nadie duda que un cerebro mejor alimentado funcionará mejor.
En cuanto a la relajación, se dice que relajarse es superior a dormir en cuanto a resultados fisiológicos. El aumento de oxígeno es mayor durante la relajación que durante el sueño. El metabolismo es más activo y no se interrumpe tan absolutamente como durante el sueño. Dormir es a veces fuente de tensión y angustia a través de los sueños, para no hablar de las supersticiones y problemas que los sueños producen, cosa imposible durante la relajación, en la que uno está atento a todo su cuerpo, que flota en la calma, pero sin dormir...
Hemos hablado de lo importante que es el hacer consciente el hecho de respirar. Basta decir lo importante que es para el organismo que aprenda a descansar. Esto es todo: olvidar las tensiones, abandonarse, ser simplemente un objeto yaciente, una máquina en reposo, reducir la actividad a las simples funciones vitales, dejar atrás todo deseo, todo proyecto, todo plan... Conocer la verdadera calma que nos hace más ligeros, livianos, casi cuerpos gloriosos, bellas palabras que responden a un estado físico casi de beatitud.
La relajación, tal como la presenta el yoga, tiene dos variantes. La relajación activa, que puede llegar a relajación profunda, llevar al cuerpo a que descanse y a la mente a que se vacíe. La relajación pasiva, que se hace mientras el cuerpo está realizando un asana. En ambos casos se consigue un reposo activo, un aprovechamiento de energía que de otro modo se emplearía en tensiones y contracturas. Relajarse antes de dormir es una preparación extraordinaria para un sueño profundo y tranquilo.
Dr. Francisco Madera
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